No lejos de Roßhaupten, el
paisaje se convierte en tarjeta postal. Un lago apacible, el Forggen, manchado
de velas blancas que la brisa hace temblar. La luz que reflejan las aguas del
lago, saltan a la roca escarpada de las montañas del fondo y derraman su
esplendor por todo el territorio lacustre. Un paisano ara un campo con su
máquina alada por un tractor. Los pájaros forman algarabía mientras se deleitan
con gusanos e insectos aturdidos por los dientes de la máquina que remueven la
tierra y que facilitan la tarea a las aves. Las orillas del Forggensee tienen
aires de playa y muchos toman el sol tendidos en sus toallas estiradas sobre el
césped. El lago tiene un embarcadero. Los mástiles desnudos claquetean
empujados por la brisa. Dietringen es un balneario donde los habitantes de
Fussen vienen a desconectar del ajetreo citadino. Es apacible, la brisa aligera
el calor estival y sus aguas frescas invitan a la bañada. También a orillas del
lago se alza Osterreinen, con su pontón en madera, me recuerda los
pontones de Ganuza y El Salto. On est toujours encré dans les souvenirs d’antan.
Por esta rivera, el terreno es valonado con senderos que bajan al lago, y como por
arte de magia bávara, desaparecen y reaparecen. ©VCAweg2012
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