domingo, 9 de septiembre de 2012

Burggen

Pasada la sorpresa del meilenstein, desaparece el camino original entre prados y campos cultivados a la derecha del Lech, y la flecha nos convida a entrar en los predios de Burggen, un burgo de apenas dos mil habitantes, fundado hacia el 550 de nuestra era. El hecho de estar situado al pie de los montes bávaros, a proximidad del Lech, le ha permitido desarrollar el turismo de marcha y caminata. Llegamos a Burggen con el sol bramando y bañando de latigazos dorados a todo aquello que al descubierto estuviera. Transpirábamos y cuando vimos a unos lugareños bebiendo cervezas que parecían acabadas de sacar de una nevera, salivamos y miramos en derredor. Familias a la sombra de árboles, bebiendo y comiendo, niños saltando, caballos relinchando, el sol aguijoneando a los humanos, y a las bestias también. Nos paramos en seco. Aquello parecía un burgo encantado, de otra época, salvo las botellas de cerveza, nos miramos sorprendidos de caer allí por azar y decidimos mezclarnos al jolgorio de los habitantes y visitantes de Burggen. En Burggen había, en cuestión de monumentos, poco que ver, pero antes de partir hicimos un alto en la vieja iglesia de Santa Ana y en la parroquial de San Esteban.  ©VCAweg2012



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