El Hotel del Moro (Gasthof zum Mohren) seguía
durmiendo cuando ya nosotros cargábamos las bicicletas, en la cochera que abre
por el fondo de la casona. La celadora, una alemana corpulenta y dueña de un
perro que además de ladrarnos, nos seguía con la vista y sus fauces abiertas.
El desayuno no estaba incluido en el precio de alojo (que nos pareció un poco
raro!) y no lo estaba tampoco para el perro guardián que nos vio como tal desde
su puesto en una galería del inmueble. Dejamos Landsberg con la bruma matinal
envolviendo el Lech, e hicimos el camino de vuelta a Erpfting. En el cruce de
caminos vacilamos un poco, y faltos de un tercero que equilibrara nuestras
dudas, enrumbamos por la ruta de Elighofer. Elighofen dormitaba cuando
atravesamos el pueblito sumido en profundo silencio. En Unterdießen, vacas y terneros
pastaban tranquilos en sus prados, y cuando vieron al ciclista de la Gazelle,
un coro de mugidos se dejó escuchar en buena parte del lugar. Ufano,
el ciclista decidió atravesar potreros y no pedalear por la ruta principal. Por un camino secundario
entramos a Oberdießen, cuyo reloj de la torre campanario de la iglesia marcaba las siete y
cuarenta de la mañana. En la lejanía, la cúpula rojiza de la parroquia de Asch.
Contorneamos el caserío por un potrero, convencidos de que sus habitantes todavía
remoloneaban en sus camas y por tanto, el café del pueblo estaría cerrado. El
sol subiendo y subiendo, y nosotros sin desayunar. Buen comienzo el de la
tercera jornada! ©VCAweg2012
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