Los verdes
se diseminan entre Römerau y Kinsau. Römerau es una granja de crianza. Las vacas
miran sorprendidas a su ídolo que ni pedaleando se quita el teléfono de la
oreja, y yo les explico a las inocentes lecheras que así son los empresarios de
hoy día, administran sus negocios montados en bicicleta y siguen la ruta
ayudados por un gps. Una familia pedalea en sentido contrario a nosotros. Las
vacas dejan de mugir mientras nos alejamos del prado donde pastan. En otro
potrero, caballos. Relinchan, pastan y juegan y dan volteretas en la hierba. La
hierba, todavía
húmeda. El potrero linda con Kinsau, medio urbano medio rural. Pasamos de largo
ante el altarcillo con la figura de San Antonio Abad. Un ligero viento trae el
relincho de los caballos. El sendero se estrecha y sigue el ritmo desnivelado
del terreno. Lejos en el fondo, las montañas azules, ahora tiernas, como nubes de piedras, ya
veremos más adelante, si ese algodón
rocoso será tierno con nosotros. ©VCAweg2012
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