Después
de una veintena de minutos por un sendero soleado, llegamos a Hohenfurch y sin
agua en las cantimploras. A uno y otro lado del camino, campos cultivados. Mi
sombra, y la sombra de Elie, a nuestra izquierda, como un resorte de cartón
oscuro. En el zigzagueo, las sombras se imbricaban y perdían el equilibrio. El
sol atento al pedaleo. La garganta seca. Granjas y casas. Atravesamos un barrio
residencial y pedimos a un lugareño de llenarnos las cantimploras, cosa que
gentilmente el muchacho hizo, desapareció por el lateral de la casa y
reapareció por la puerta principal. Calmamos la sed y seguimos por la calle
pavimentada que nos llevó a Schwabniederhofen. Largo nombre para tan minúsculo
pueblito, yo diría un barrio atado a Altenstadt, a su vez ciudad satélite de
Schongau. ©VCAweg2012
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