sábado, 8 de septiembre de 2012

Amanecer en Meitingen

Amanecimos à veinte kilómetros de Augsburgo. No lejos del río cuyas crecientes antaño provocaran inundaciones catastróficas en la región. Y es por ello que comenzando la década del 1920, fue trazado el canal que pondría fin a las frecuentes crecidas del Lech y a las inundaciones, que ponían en peligro el desarrollo industrial que trajo consigo la línea ferroviaria entre Nuremberg y Augsburgo, acabada en 1844. Para seguir adelante nuestra ruta, volvimos a cruzar ese canal y bordear el Lech. La frialdad del amanecer en Meitingen se siente mucho más pedaleando por la rivera boscosa. Entre las ramas de los árboles, el sol entra como flechas doradas que se incrustan en la hierba húmeda o terminan zambullidas en el agua. El camino que bordea el río parece infinito. La calma de esos parajes es como una medicina suave que entra por los oídos, se disfruta con los ojos y se respira a bocanadas. El Lech y su brazo muerto fluyen en dirección contraria a nosotros. A veces el camino se sale de su curso húmedo y desciende hacia los bancos de arena del río. Puentes sobre el río, puentes soportando carreteras que surcan la Baviera y se deslizan por planicies y campos laborados. Pilares marcados por coloridos grafitis, hechos por manos rebeldes, yo diría de contestatarios que solo saber hacer a escondidas. El sol comienza a subir como un globo. La tierra se nutre de su calor y el rocío se desvanece a medida que galopa la mañana. ©VCAweg2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario