Lo de atravesar pueblitos fantasmas es la norma en la
tarde del sábado. Hurlach, soleado y solitario. Nos anima que pedaleemos por la
vieja calzada. Entre pueblo y pueblo, la tierra carmelita recientemente arada o
verdísimos campos. Iglesias y casas. Torres y cúpulas. Monumentos a los muertos
de las guerras. La del 14 al 18 tiene que haber sido mortífera en estas
regiones. Igling, soleado y solitario. Luego Erpfting. Pensamos poder encontrar
alojo en Erpfting. Soleado y solitario. Nada para alojarnos. O lo existente,
sin plaza para nosotros. Es agradable pernoctar en los pueblos, tranquilos y
solitarios. Silencio humano y vida animal, o de insectos. Un asno que rebuzna
en medio de la noche, o las ranas croando en un charco detrás del gasthof, un grillo
escondido, y el silencio que retumba mientras la luna corre detrás de las
nubes. Nada así para esta noche de sábado. Queda la opción citadina. Otros
cinco kilómetros de pedaleo, una capilla en el tramo que lleva a la ciudad, un
sitio recordando el holocausto más adelante, y al final del camino, Landsberg. ©VCAweg2012
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