domingo, 9 de septiembre de 2012

De Burggen a Roßhaupten pasando por Lechbruck am See


Burggen está rodeada de granjas equinas. Y cuando veo caballos, pienso en mi padre y no puedo evitar el detenerme frente a ellos. Los caballos tienen sus resabios, pero hay que saber hablarles, me dijo siendo yo pequeño, allá por la finca de Manolito Gonzalez a donde me había llevado para enseñarme el potrico que me había regalado. Sin embargo, confieso que le tengo pánico a la patada brutal de un caballo.

El camino serpentea granjas, hermosos prados y a la altura de Dessau entramos en un apacible sub bosque de estilizados pinos que no nos procuraban mucha sombra pero si un olor a corteza, a resina, a pino, hombre, que de eso estaba plantado el sub bosque!

Pero además del olor de las coníferas, llegaba hasta nosotros el frescor húmedo del Lech, que sigue atravesando la región, y regala matices verdeazules, el Lech salpicado de patos y los pinos de ardillas. En las orillas del Lech, los rivereños encuentran su pedazo de playa. Para llegar al río, solos, con perro o en familia, la gente se desplaza en bicicleta. El Lech azula el paisaje verde y da nombre a los sitios.
El cartel indica que estamos entrando a Lechbruck am See. Un camping enorme aparece en el camino. Se llama Vía Claudia y a la entrada está izado el pabellón alemán. La iglesia blanca y gris deja ver su torre campanario. Un edificio enorme para un minúsculo pueblo. En medio de un prado ocupado por vacas, otra iglesia, y una capilla a orillas del camino. Dios tiene el monopolio de templos e iglesias por estos lugares. Pero no vemos un alma, ni en el camino, ni en las casas, y tampoco en las iglesias, porque siempre están cerradas. Estamos a una hora de Roßhaupten. Y si tenemos suerte a lo mejor volvemos a encontrar otro meilenstein de la calzada original. Para no perder la costumbre, hacemos una pausa en una capillita pulcra tanto al exterior como al interior. El santo que la patrona, lleva la cruz en una mano y una vara en la otra, y a sus pies un perro verde con cara de lobo nos mira enseñando sus fauces. Salimos de la capilla intimidados por el animal, y con un objetivo en el pedaleo: descubrir la próxima borne con la inscripción de la vía. ©VCAweg2012

No hay comentarios:

Publicar un comentario