domingo, 9 de septiembre de 2012
Schongau
Sed de agua fresca
Después
de una veintena de minutos por un sendero soleado, llegamos a Hohenfurch y sin
agua en las cantimploras. A uno y otro lado del camino, campos cultivados. Mi
sombra, y la sombra de Elie, a nuestra izquierda, como un resorte de cartón
oscuro. En el zigzagueo, las sombras se imbricaban y perdían el equilibrio. El
sol atento al pedaleo. La garganta seca. Granjas y casas. Atravesamos un barrio
residencial y pedimos a un lugareño de llenarnos las cantimploras, cosa que
gentilmente el muchacho hizo, desapareció por el lateral de la casa y
reapareció por la puerta principal. Calmamos la sed y seguimos por la calle
pavimentada que nos llevó a Schwabniederhofen. Largo nombre para tan minúsculo
pueblito, yo diría un barrio atado a Altenstadt, a su vez ciudad satélite de
Schongau. ©VCAweg2012
Römerau & Kinsau
Los verdes
se diseminan entre Römerau y Kinsau. Römerau es una granja de crianza. Las vacas
miran sorprendidas a su ídolo que ni pedaleando se quita el teléfono de la
oreja, y yo les explico a las inocentes lecheras que así son los empresarios de
hoy día, administran sus negocios montados en bicicleta y siguen la ruta
ayudados por un gps. Una familia pedalea en sentido contrario a nosotros. Las
vacas dejan de mugir mientras nos alejamos del prado donde pastan. En otro
potrero, caballos. Relinchan, pastan y juegan y dan volteretas en la hierba. La
hierba, todavía
húmeda. El potrero linda con Kinsau, medio urbano medio rural. Pasamos de largo
ante el altarcillo con la figura de San Antonio Abad. Un ligero viento trae el
relincho de los caballos. El sendero se estrecha y sigue el ritmo desnivelado
del terreno. Lejos en el fondo, las montañas azules, ahora tiernas, como nubes de piedras, ya
veremos más adelante, si ese algodón
rocoso será tierno con nosotros. ©VCAweg2012
Sorpresa en Epfach.
A
unos kilómetros de Leeder, atravesamos otro pueblo, un pueblo chico o granja
grande, muchas veces nos es difícil de calcular la talla del sitio que
atravesamos. No obstante, granja o pueblo, la iglesia parroquial se alza
espléndida en medio del sitio habitacional. Techo a dos aguas, cubierto de
tejas planas, delicado campanario coronado por una discreta cúpula en forma de
bulbo, y pintada de blanco con relieves color rosa viejo. Cinco minutos fueron
suficientes para atravesar Denklingen. No estamos lejos del Lech, y hacia él
nos dirigimos. Más bien, a Epfach, que se levanta en su orilla izquierda, y por
donde antaño pasara la romana vía Claudia-Augusta y la ruta de la sal, rutas
que la convirtieron en importante nudo vial del sur de la Baviera. Para
satisfacción de nosotros, ciclistas de la vía romana, y obsesionados con los
hitos de la antigua calzada, en un recodo y a la sombra de un árbol, emerge un
meilenstein, que esta vez, aseguro a nuestros lectores, impedí que fuera
cargado por mi compañero de ruta. ©VCAweg2012
Leeder
Départ sans petit déjeuner
sábado, 8 de septiembre de 2012
Landsberg, ciudad de torres e iglesias…
Torres fueron construidas sin miseria, y hoy forman
junto a las innumerables iglesias y edificios públicos y privados, un conjunto
patrimonial urbano de inigualable valor arquitectónico. Al caer la tarde, el adiós
solar recala en las torres y muros altos de la ciudad. La Prisión de Landsberg,
se inscribe en la historia de la ciudad por haber sido el centro penitenciario
que albergara a los procesados de Nuremberg, a la caída del III Reich. Construida
en 1910, también contó entre sus reos a Adolfo Hitler, que permaneció durante
ocho meses en 1924, luego de haber fracasado su putsch de Munich. Es en esta
prisión de Landsberg, que Hitler rescribe su Mein Kampf, y aunque el episodio
es de talla menor en la República de Weimar, se convierte en uno de los mitos
fundadores del régimen nazi. ©VCAweg2012
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